¡Le han disparado!

Los primeros años de David Livingstone en África fueron muy intensos e interesantes y hablaremos de ellos en otro artículo. Durante estos años, concretamente en 1843, tuvo lugar un suceso ampliamente conocido pero del cual es cierto que durante la fase de documentación que hemos realizado, lo único que hemos encontrado han sido breves menciones y alguna imagen.

Hoy nos gustaría contarte con detalle este momento histórico de pura aventura en la vida de David Livingstone que él mismo nos relata en su libro Viajes y Exploraciones en África.

La Amenaza de los Leones

David Livingstone entabló una gran amistad con la tribu de los Bakatla de la aldea de Mabotsa. Esta tribu estaba muy preocupada por los leones. Asaltaban de noche al ganado. Incluso en algunas ocasiones atacaban en pleno día. Esto suponía una gran merma para la economía de la tribu, además del consiguiente peligro para sus habitantes pues era habitual ser presa de ellos si no estabas muy atento. De hecho, otro evento marcó a David Livingstone cuando visitaba el desierto de Kalahari y de visita a una aldea vio con sus propios ojos el cadáver de una mujer recién devorada por un león.

A los Bakatla les resultaba extraño que los leones atacasen y tenían la creencia de que estaban embrujados. Según decían «entregados al poder de los leones por una tribu vecina».

Aquí nos gustaría hacer un alto en la aventura y explicar algo que creemos muy interesante y directamente relacionado con esta frase anterior. El propio Livingstone nos explica en su libro, como los nombres de las diferentes tribus de Bechuana, Bostwana en la actualidad, guardan relación con los animales que veneran o respetan.

Su tribu amiga, Bakatla se relaciona con los monos y efectivamente encontramos otra tribu relacionada con los leones, los Batau. Tenemos también Batlapi con los peces o Banoga con las serpientes. Nos describe más tribus pero te será más entretenida su descripción leyendo el libro de Livingstone.

¡Continuamos con la aventura!

El Desafío de Cazar Leones

Livingstone se unió a un grupo de cazadores en un intento por enfrentarse a estas fieras. Sin embargo, los Bakatla no eran conocidos por su valentía y regresaron de este primer intento sin haber matado ningún león. Eran conscientes de la importancia de eliminar al menos a uno de los leones para disuadir al resto de la manada, entonces Livingstone decidió, cuando fuera, liderar el siguiente ataque.

Hubo una siguiente vez que los leones atacaron a los rebaños, Livingstone fue con el grupo de cazadores, ayudando e infundiendo valor. Encontraron a los leones en una colina cubierta de árboles. Un grupo de hombres subió y formaron un círculo alrededor de la manada y despacio se iban cerrando, cercando poco a poco a los animales, cada vez estaban cada vez más cerca de los leones.

Livingstone observando desde la llanura con su amigo Mebalwe, un maestro de escuela nativo y hombre excelente, según dice el propio Livingstone, vieron a uno de los leones sentado en un trozo de roca dentro del círculo cerrado por los hombres.

Inesperadamente, ¡Mebalwe disparó antes que Livingstone!. La bala rebotó en la roca sobre la que estaba sentado el animal. El león enfurecido mordió el lugar del impacto de bala, igual que hace un perro cuando le arrojan un palo o una piedra y de un gran salto atravesó el círculo de hombres que ya comenzaba a deshacerse por el miedo de ver al león rugir, enfadado y enfrentándose a ellos. Este león escapó ileso.

Cuando el círculo se formó de nuevo, tenían otros dos leones dentro, pero temían disparar por el fuego cruzado y permitieron que las bestias se abrieran paso de nuevo alejándose. David Livingstone nos subraya que si los Bakatla hubieran actuado según la costumbre del país, habrían alanceado a los leones en su intento de salir.

Viendo que no podían conseguir su objetivo, decidieron regresar a la aldea.

La Batalla Final

En el camino de regreso a la aldea, al rodear un extremo de la colina, se encontraron con una de las bestias sentada en la roca con un pequeño arbusto delante.

Estando a unos treinta metros, Livingstone se detuvo, respiró y apuntó bien a su cuerpo a través del arbusto. Disparó con los dos cartuchos de su escopeta. Los hombres gritaron: «¡Le han disparado, le han disparado!«. Se oyeron voces de otros hombres gritando: «También le ha disparado otro hombre; ¡vayamos a por el león!«. Pero David Livingstone no vio a nadie más disparar y vio la cola del león erguida, con rabia, detrás del arbusto y volviéndose hacia la gente, comenzó a gritar: «¡Parad, parad hasta que vuelva a cargar!«.

Cuando estaba a punto de disparar de nuevo, escuchó un fuerte grito. Se sobresaltó, miró a su alrededor y pudo ver como el león saltaba sobre él. Al estar Livingstone agazapado preparando el disparo, el león le mordió en el hombro y juntos cayeron y rodaron por el suelo.

Escuchó como el león gruñía ferozmente en su oído y lo zarandeaba como un perro terrier a una rata. La sacudida le produjo un estupor semejante al que parece sentir un ratón después de la primera sacudida del gato, nos dice textualmente.

David Livingstone es atacado por un león - Ilustración original del libro Viajes y Exploraciones en África de 1857

Ilustración original del libro Viajes y Exploraciones en África de 1857

David Livingstone entró en shock o como él mismo dice: «Me causó una especie de ensoñación, en la que no había sensación de dolor ni de terror, aunque era bastante consciente de todo lo que ocurría. Era como lo que describen los pacientes parcialmente bajo la influencia del cloroformo, que ven toda la operación, pero no sienten el cuchillo».

Aturdido se giró para aliviar el peso del león que tenía su gran zarpa sobre su nuca. En este momento y bocabajo cruzó la mirada con Mebalwe que trataba de disparar a una distancia de diez o quince metros. Mebalwe erró los dos tiros de su escopeta y el león soltando a Livingstone corrió hacia su nuevo enemigo mordiéndole un un muslo.

Un tercer hombre, a quien Livingstone en una ocasión anterior le había salvado la vida, después de que un búfalo lo atacara, intentó atravesar con su lanza al león mientras éste mordía a Mebalwe. El león soltó a Mebalwe y agarró al tercer hombre por el hombro. Se escuchaban disparos durante toda esta confusión y fue gracias a éstos que el león cayó muerto.

Las Heridas y el Legado de David Livingstone

Todo sucedió en unos instantes. Livingstone además de tener los huesos del hombro rotos tenía 11 heridas, marcas de las fauces del león. El más grande que los Bakatla reconocían haber visto jamás.

Livingstone nos cuenta: «Una herida producida por el diente de este animal se parece a una herida de bala; generalmente va seguida de una gran cantidad de desprendimiento y secreción, y los dolores se sienten en la parte periódicamente y para siempre».

Tuvieron que ponerle una prótesis y él mismo reconoce que durante el resto de su vida, sufrió dolores y en ocasiones le impedía maniobrar el hombro en condiciones a la hora de por ejemplo disparar. Aún así no le impidió cruzar África y ser uno de los mayores exploradores de la historia.

Como anécdota, sobre este suceso le preguntaron con frecuencia en Inglaterra y de no ser por que se convirtió en una historia famosa que corrió de boca en boca, tenía la intención de guardarla para sus hijos y nietos cuando llegase a la vejez.

¿Era o no era un gran aventurero?

Livingstone Lion Sculpture - Blantyre
Livingstone Lion Sculpture – Blantyre – Kim Traynor – Wikimedia Commons

Deja un comentario